El Océano Pacífico se manifiesta como la más imponente escenografía para el nado de nuestro Jurel, que viaja salvaje por la corriente de Humboldt hacia una nueva frontera, llevando consigo la fuerza de esos mares inexplorados. Su sabor es un reflejo de su hogar: un mar vasto y salvaje, lleno de vida y misterio, que deja en cada bocado frescura y conexión con la naturaleza.